Sin tanto preámbulo, a continuación, recientes casos de lo que menciono con anterioridad y que he extraído de diarios de circulación nacional:
- "La rectora de la Universidad del Atlántico, Ana Sofía Mesa, pide al Procurador General de La Nación vigilar la conducta de los miembros del Consejo Superior por posibles irregularidades en la aplicación de los estatutos de la institución y por conflicto de intereses..."
- "La Secretaría de Hacienda de Bogotá hace denuncia penal contra la Fundación Universitaria San Martín por el delito de falsedad en documento e incumplimiento con los acuerdos de pago del impuesto de Industria y Comercio. Durante más de 8 años no se han pagado los dineros correspondientes por lo que la San Martin debe al Distrito más de 10.000 millones de pesos..."
- "Por la falta de garantías en la prorroga o no los contratos de los docentes ocasionales y catedráticos, los profesores de la Universidad de Caldas piden la renuncia del actual Rector..."
- "El fiscal noveno de lavado de activos dicta medida de aseguramiento contra Alfonso Beltrán Ballesteros, ex rector y fundador de la Universidad Manuela Beltrán, para que explique las irregularidades cometidas en la compra de un club en el municipio de Cajicá, en Cundinamarca..."
- "La Universidad de Nariño es denunciada por la apertura de programas sin registro Calificado, como es el caso del programa de Ingeniería Civil en Tumaco..."
- "Los profesores de la Universidad del Valle exigen a las directivas que emprenda las acciones necesarias para evitar las amenazas, intimidaciones, difamaciones y presiones hechas por los estudiantes a muchos profesores..."
La lista de casos de este tipo de sucesos es bien amplia y está a la orden del día. Como se puede apreciar vamos de los casos de violencia ejercidos por estudiantes, profesores y grupos al margen de la Ley, hasta aquellos de incumplimiento y utilización indebida de los recursos públicos, pasando por el abuso del poder y, en últimas, los casos que demuestran la ausencia de compromiso de varias IES y universidades con la sociedad colombiana, para ofrecer una educación de alta calidad. Aprecio estupefacto este tipo de actuaciones de directivos, profesores y estudiantes que se supone son los actores educativos más importantes de cualquier sistema educativo, así como la evidencia del cáncer que lo consume lentamente y que le abre las puertas a las pretensiones del Estado y de los grupos económicos. Al parecer el cuidado, el respeto, el habitar y la búsqueda de la sabiduría en la universidad ya no son propósitos loables, sino más bien de lo que se trata es de generar ciertas competencias en los estudiantes que les posibiliten un puesto en el mercado laboral.
Precisamente esto último es lo que considero como parte del problema, dado que si triunfar en la vida es sinónimo de consecución de dinero, en un país como el nuestro, todas las formas de llegar a este “sueño” se validan en el seno de la sociedad. En consecuencia, no importa cómo un joven logre dinero o posición en la escala económica, ya que las buenas prácticas, las ideas revolucionarias y novedosas, así como el sueño de un país distinto se encuentran en vías de extinción.
Si a esto le sumamos la oleada de corrupción que azota a nuestra sociedad con políticos deshonestos, bandas criminales por doquier, micro tráficos en cada esquina e incluso en los pasillos de las universidades y colegios, robos del erario público, gobernantes que continúan delinquiendo desde la clandestinidad y que aspiran a coronarse nuevamente en el futuro, y un sistema de justicia altamente debilitado, la situación es poco alentadora y nos convoca a pensarnos desde nuestro actuar con co-responsabilidad. Al menos creo que, aunque el barco se esté hundiendo y las aguas turbias aumenten, nuestro proceder debe constituirse en ejemplo para muchos.
¡Felicito a todos los maestros, profesionales, estudiantes, gobernantes, trabajadores, amas de casa, padres de familia y a los demás miembros de la sociedad colombiana que, todavía, tienen la conciencia despierta!
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