Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2011

Corrupción, violencia y deterioro en la educación superior

En los días de ausencia tuve la oportunidad de distanciarme un poco de la oleada de informaciones, denuncias y sucesos de nuestro querido sistema educativo colombiano. Sin embargo, he estado pendiente de algunos acontecimientos pero, particularmente, me asalta la curiosidad y, a su vez, me produce estupor cómo instituciones de educación superior (IES) y universidades, están siendo presa de la corrupción, la violencia y el deterioro en todas sus expresiones. Me refiero a IES, por ejemplo, que hace poco firmaron un comunicado brindando su apoyo incondicional al Ministerio de Educación Nacional, para que apruebe pronto la reforma de la Ley 30 de Educación Superior, así como a universidades conocidas que se ven comprometidas en asuntos escabrosos. Aclaro que la información que citaré no compromete a la mayoría de las IES y/o universidades, pero si nos pone a pensar serio en términos del futuro que nos espera el cual, seguramente, estará matizado por degradaciones orquestadas desde la v

Discurso en la práctica y la existencia

El libro que hoy les presento es el producto de variadas circunstancias, luchas y sueños que forman parte de un proyecto de vida en el cual se conjugan mi rol como egresado de la Universidad Pedagógica Nacional, educador en ejercicio, investigador en educación y ciudadano. Permítanme decirles que esta obra es sin duda el resultado de experiencias que inician en el pasado, donde se sembraron las semillas que germinan en la actualidad como realidad. Igualmente, es en parte el reflejo de la grata oportunidad que tuve de conocer la Literatura y la Filosofía que, conjugadas con los dominios de la ciencia y la tecnología, me posibilitaron ver más allá de lo obvio y lo inmediato. Inicié la escritura de este libro hace aproximadamente cinco años, en mutua relación y correspondencia con mis estudios de Maestría, en cuyo espacio evidentemente las cosas no fueron color de rosa, ya que tuve que darme la pela, como se dice en la jerga popular, para defender el argumento de que lo tecnológico no