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Silencios en tiempos de reforma

Como es sabido por muchos de ustedes en la actualidad el gobierno nacional, a través del Ministerio de Educación Nacional, ha lanzado un documento preliminar de propuesta de reforma de la Ley 30 de 1992. En otra ocasión tuve la oportunidad de compartirles mis percepciones al respecto de una manera muy general y dejando, obviamente, muchos aspectos por tocar. En este momento considero preciso contarles que en medio de este momento histórico son más los silencios que las voces.

Por un lado, la Ministra de Educación ha "reconocido" que esta propuesta de Ley no soluciona estructuralmente el financiamiento de las universidades públicas y desconoce cómo en el presente estas tienen que buscar casi el 50% de dichos recursos económicos por sus propios medios. Así mismo, insiste en la tesis de que la manera para subsanar las finanzas de este sector educativo es mediante la inversiones que hagan los empresarios del sector privado.

Por otra parte, la Asociación Colombiana de Universidades (ASCUN) recuerda a la Ministra que hace rato se le presentó al gobierno una propuesta de ley estatutaria que podría garantizar la autonomía universitaria y la calidad educativa. Así mismo, ASCUN reitera la necesidad por ahora de no pronunciarse ante la propuesta de reforma de la Ley 30, lo cual demuestra en cierta manera el inconformismo y la cautela que es necesario tener en estos casos donde muchos seguramente están muy pendientes de dar su puntada en beneficio propio.

Considero importante que no sólo entes visibles como ASCUN deban estar atentos a lo que aquí pase, sino también es un deber que el magisterio colombiano unifique criterios e ideas que permitan una movilización en beneficio de la universidad pública: ¡Derrotemos la indiferencia!

Leyendo apartes del Plan de Crecimiento Sostenible y Competitividad del gobierno Santos, es absurdo pensar, por ejemplo, que con una inversión del 0.2 del Producto Interno Bruto (PIB) destinado a la investigación y desarrollo, logremos acceder a la Sociedad del conocimiento. Estamos lejos de países como Brasil, Chile o Corea del Sur que invierten el 0.8, 0.7 y el 3.2 del PIB, respectivamente. Por ello, su mayor impacto en términos de innovación.

Lo anterior significa a groso modo que para el cuatrienio se invertirán aproximadamente $215 mil millones de pesos al sector de innovación (1%), frente a $234 billones que se invertirán al crecimiento y la generación de empleo y $96 billones de pesos orientados a la minera y energética. Estos datos por encima nos muestran que al parecer nuestro gobierno sigue empeñado en la era industrial y no en la era del conocimiento que se encarna en la producción de nuestras universidades.

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